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Los más chicos son más vulnerables


En este rubro, los más chicos son los más vulnerables. “Los pedófilos se agrupan en comunidades cerradas y utilizan internet como medio anónimo para intercambiar fotos y captar a niños desprevenidos. Tienen muy estudiado el lenguaje infantil y adolescente”, explican en la policía. “Hemos investigado casos en los que a través de una lista de correo o una sesión de chat aparecía un usuario que se presentaba como una nena de 12 años, y resultó ser un hombre grande. El menor, al pensar que está tratando con un par, tiende a trabar relación enseguida”. Otras veces el riesgo de abuso parte de los mismos menores. “¿Má, qué quiere decir ‘hacer el amor’?”, preguntó Antonella, de 7 años, hace dos semanas. Ante la alarma de su madre, ésta le contó que Jonathan, un amiguito del barrio de 14 años, le había propuesto por Messenger que hiciera “el amor” y que fueran novios. “Salí corriendo a la calle, lo agarré y le dije que lo quería ver a 200 metros de mi hija –recuerda la mujer–. Y para que le quedara claro le dije que tenía guardada la conversación en la computadora y se la iba a mostrar a sus padres y a la policía”.

El intercambio de información familiar durante las sesiones de chateo también potencia el riesgo de internet. Se han detectado casos en los cuales adultos camuflados con sobrenombres infantiles aprovecharon la confianza de sus interlocutores menores para obtener datos sobre los movimientos, horarios y patrimonio de la familia. Información sensible en medio de la incipiente ola de secuestros extorsivos que afecta a la Argentina.

Para los especialistas, gran parte de estas amenazas que titilan en internet desaparecerían –o al menos se alejarían de los menores– si los padres se sentaran un rato por día a navegar con sus hijos. “Quieren compensar la ausencia con falta de límites. ¿Pero hay algo que pueda compensarla más que estar allí?”, pregunta Adrián Dall’Asta, director de la Fundación Proyecto Padres, quien se queja de que los adultos cuando hablan con él le solicitan “medidas rápidas para controlar la internet que consumen sus hijos, en lugar de ir a lo profundo, que es el replanteo de su educación”.

Una muestra realizada por esta organización entre 500 adolescentes de zona Norte arrojó que el 70% dice que sus padres “nunca lo acompañan” en sus travesías por internet. Hay otros que sí lo intentan, aunque no siempre con éxito. “El otro día quería bajar dibujitos animados para mis hijos y puse en un buscador Disney+toons, pero sin querer puse con z en lugar de s. Me encontré con una página porno, con fotos y dibujos orientales de sexo explícito”, recuerda Jorge, padre de Juan, Camilo y Facundo, de 10, 8 y 7 años. Y se alarma: “Para colmo, cuando quise cerrar esa página para que mi hijo más chico no la viera, aparecieron automáticamente un montón de páginas mágicas, una peor que otra”. Una sorpresa parecida se llevó Ernestina cuando ayudaba a María, de 9 años, a buscar el sitio de su muñeca preferida: “Escribí Barbie.com y me apareció una página pornográfica. La melena rubia era lo único que tenían esas mujeres en común con la Barbie”.

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